Aula de psicodrama

Aula de psicodrama

sábado, 1 de marzo de 2014

Speculum cabalga de nuevo.

Carlos García Requena

Director de Speculum.

 

Como dijo el poeta, Caminante son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino se hace camino al andar. Golpe a golpe, verso a verso palabra a palabra, diría yo, pues ya hace cuatro números que Speculum empezó a rodar y, desde entonces, un sinfín de experiencias han recorrido paralelas a éste devenir. Palabras enhebradas, discursos vivos y plurales se han cruzado en éste camino que paso a paso hemos ido recorriendo.  

En el presente número recojo, junto con mis compañeros Sibi Domínguez, Paqui Alcaraz, Pilar Vivo y Alberto Colomer, el testigo dejado por Enrique Cortés para continuar con esta labor de transmisión que ocupa nuestro deseo, una labor de la que, en cualquier caso, él sigue formando parte como trabajador incansable a la sombra. Somos ahora nosotros, pero antes han sido otros los que han participado en distintas partes del proceso. A todos os doy las gracias.

A mis compañeros, por las largas sesiones de trabajo y las horas de sueño robadas para dar forma a nuestra creación. Hemos trabajado mucho, pero la sonrisa que se dibuja en vuestras caras cada vez que sacamos un nuevo ejemplar al mundo hace que merezca la pena.

A nuestros colaboradores y articulistas, por regalarnos el fruto de su experiencia. Porque transmitir lo que en algún momento fue recibido, es sin duda un acto de generosidad y de amor que supone compartir y hacer de todos aquello que se conoce.  Vuestra contribución, como una huella en nuestro. espejo, es imprescindible para que podamos seguir haciendo llegar miradas diferentes a aquellos que buscan en nuestras páginas.

Gracias también a ti, estimado lector, por asomarte a Speculum y contribuir a la expansión de un espacio que ha sido concebido desde el principio como un crisol donde diferentes discursos relativos a lo grupal en general y al psicodrama en particular, puedan convivir; un lugar donde aquellos que dirigen la mirada al sujeto desde lo colectivo puedan encontrarse y hacer eco de una experiencia compartida. En eso estamos.

El número 4 de Speculum, que en realidad es el 5º, tuvo aires corporales cuando fue concebido, pero como ya sabemos que el grupo selecciona unas propuestas y desecha otras, nos hemos rendido a una evidencia clara: que nuestros colaboradores querían hablar de otras cosas. Así que éste número está salpicado con aires de diversas temáticas que se despliegan desde la teoría a la clínica, como eco o reflexión aledaña al tema de lo grupal. Es un número, de nuevo, muy experiencial, donde cada cual nos cuenta su forma de concebir y trabajar con grupos, así como sus reflexiones y estudios. Lo corporal está presente, pero quedará para otro momento el hacer de Speculum cuerpo. Queda prometido y pendiente.

Más allá de admitir que mi deseo inicial quedó frustrado, tengo que pasar a reconocer que el resultante del impulso colectivo me gusta, y mucho. Y lo hace porque, en conjunto, expresa con fuerza cómo la agrupación es una de las salidas al malestar que aqueja al sujeto, porque propone el grupo y el juego como elementos necesarios para poder mover los órdenes establecidos y generar nuevas formas de entender que sirvan para iluminar en la medida de lo posible la oscuridad de estos tiempos aciagos donde el sujeto marchita en soledad.

Sin más dilación, paso a presentarlo:

Como siempre, la sección de antecedentes abre las puertas de Speculum. En ésta ocasión lo hace de la mano de Sibi Domínguezquien nos acerca a la figura de W. R. Bion como uno de los referentes que contribuyeron a dotar los fenómenos grupales de una teoría basada en los conceptos psicoanalíticos elaborados por S. Freud y M. Klein. Es sin duda, una enriquecedora síntesis de conceptos que han servido de forma inestimable a la concepción de los grupos.

Desde el otro lado del charco, los ensayos colombianos abren la sección de teoría recogiendo un total de 5 artículos donde diferentes autores dan cuenta de aspectos relacionados con la práctica y la teórica psicodramáticaCamilo Arias encabeza la serie con su trabajo sobre la identificación en psicodrama y sobre cómo, en el “entre” grupal se produce un entre-cruzamiento de pedazos de subjetividad de cada cual que terminan por crear algo novedoso que va más allá del lo individual; algo de lo que, finalmente, se pueden servir todos.  Andrés Herrera bucea en los caminos paralelos del psicoanálisis y del psicodrama, caminos que se entretejen enriqueciéndose al precio de múltiples controversias. Pese a las reticencias de ciertos ámbitos psicoanalíticos ortodoxos que no terminan de reconocer al psicodrama (freudiano o psicoanalítico) dentro de las corrientes psicoanalíticasAndrés nos cuenta por qué ambos enfoques pueden ser complementarios pues suponen dos formas diferentes de acceso a la subjetividad. Cabe pues ir definiendo un campo teórico psicodramático de corte psicoanalítico que guíe la práctica y contemple como ejes formativos la experiencia propia, el aprendizaje de conceptos y la supervisión. Claudia Helena, concibe el proceso de formaciónpsicodramática como algo en gestación, siempre inacabado, donde más allá del saber que petrifica, un Psicodramatista debe estar abierto a lo sorpresivo que emerge constantemente como un saber inéditoDesde ahí, nos cuenta cómo, a partir de experiencias en la coordinación de grupos, tanto en España como en Colombia, y de la mano de su propio análisis, se hace preguntas sobre sí misma y sobre cómo situarse en el lugar de coordinador de grupos. Preguntas que si bien se abren desde el lugar de “supuesto saber” que del animador, terminan irremediablemente por implicarla sí misma: ¿qué lugar ocupo?

Sandra Milena nos cuenta también retales de su experiencia entretejidos en torno al acto psicodramático donde la palabra y la acción vienen a simbolizar pasajes imaginarios. En psicodramaal igual que en la creación literaria, se establece la posibilidad de materializar lo que es interno y a veces desconocido. Se trata por tanto de un acto de creación en el que el sujeto se contempla a sí mismo. Termina su escrito como en realidad empezó su idea, contándonos la historia de un personaje que renunció a mirarse en el espejo. Un sujeto cuya identidad queda suspendida y dependiente del reflejo que encuentra en el otro.

Cuando uno se encuentra en un momento de concluir, todo se precipita a la conclusión “. Así comienza Felipe Acosta un escrito que versa sobre las condiciones necesarias para que se pueda darel momento en que el sujeto concluye y precipita un acto. Un momento siempre incierto pues ningún resultado se sabe ni queda garantizado hasta que sucede. Mientras tanto, es la mirada es un primer tiempo que pone en marcha el proceso, que guía al sujeto a la hora de obtener información que le sirva para comprender y finalmente desemboque en el momento del cambio, del acto, de aquello que tiene por finalidad la conclusión de un ciclo de repetición.

Beatriz Martínez, Elisa Buendía y Enrique Cortés nos presentan en Speculum su participación en el Congreso Internacional de Intervención Psicosocial, Arte Social y Arte-terapia que se llevó a cabo en Archena (2012) bajo el título “De la creatividad al vínculo social”. En ella plantean cómo la matriz creadora se construye en los juegos de infancia y en la frondosa producción imaginativa del adolescente. Entonces, ¿por qué dejamos de jugar? Una pregunta que conecta en seguida con el malestar de la cultura.

Tras destacar cómo lo grupal (la agrupación) es una de las alternativas a ese malestar y hacernos la pregunta de ¿por qué trabajar en grupo?, los autores nos plantean cómo los principios del psicodrama podrían servir para crear un nuevo orden social. ¿Qué pasaría si pudiésemos dar voz a las pulsiones reprimidas que originan el impulso destructivo? ¿Cómo podría transformarse ese impulso en otro tipo de fuerza que estuviese orientada a construir otro tipo de orden?

Hay preguntas que no pueden responderse en solitario, hay respuestas que no pueden alcanzar el estatus de voz cuando sus sonidos están disgregados. L´union fait la force, o dicho de otra manera, la agrupación trasciende las posibilidades del sujeto.

En éste mismo sentido de cómo la colectividad permite alcanzar otros registrosSergé Gaude noshabla del efecto de apertura de la escena privada al espacio público, un movimiento donde lo secretocambia de estatus y puede ser revelado. Si en el psicodrama el yo auxiliar será el otro de la escena, el público cumplirá función de tercero en la relación. Al representar, lo propio produce resonancia en la colectividad que asiste y participa en la presentificación de la escena y gracias a ello, que el sujeto puede conocer de sí otras versiones. Se trata entonces de un intercambio entre lo interno y lo externo,entre lo privado y lo público, tal y como Serge titula su escrito. Un intercambio donde las estructuras cristalizadas pueden quedar jaqueadas por los reflejos colectivos.

En éste número, yo mismo he decidido hablar del fenómeno de la transferencia y de cómo se despliega de diferente manera en los encuadres grupal e individual. Desfiladeros de lo imposible habla de un amor caducado que busca ser reeditado constantemente en la relación con el otro, repitiendo una y otra vez la misma intención de restañar lo fracasado. Partiendo del concepto en sí, iremos desgranando algunos mitos y arribando poco a poco a cómo se juega, concretamente en psicodrama, el desplegamiento de lo transferencial.

Como comienzo de la sección clínicaEnrique Cortés nos habla del cuerpo. Un cuerpo que se construye, pues no se nace con él. El cuerpo-carne (lo biológico) nos es dado, pero el yo corporal se va construyendo a medida que la historia del sujeto lo va envolviendo de imágenes de significados. El cuerpo está habitado por personajes, por discursos provenientes del otro que se han quedado pegados como parte de la identidad; pero al mismo tiempo alienan al sujeto. Tras un recorrido por el desarrollo de esa construcción donde lo biológico es subjetivado, Enrique nos habla del valor que tiene lo corporal en el encuadre terapéutico y cómo es posible desplegarlo. Los destinos del cuerpo no son anecdóticos, por eso depende de nuestra capacidad y calidad de escucha poder revertir algunos de sus designiosNos habla también del síntoma como el goce encapsulado, de manera que gracias al trabajo psicoterapéutico (en nuestro caso psicodramático), ese goce encapsulado se puede llegar a la palabra, quedando desplazado del campo de lo perdido, al campo de lo posible: el deseo.

También del cuerpo y su imagen nos habla Elina Matoso, quien se vale precisamente del trabajo con máscaras como dispositivo de interrogación sobre la identidad. La máscara permite el desplegamiento de lo silenciado, ofrece la posibilidad de atravesar la dualidad, la ambigüedad, la pérdida de la unidad de sentido y el desenmascaramiento de certezas que sólo vienen al lugar del engaño. Elina se plantea preguntas que a lo largo de años de trabajo ha ido tratando de responderse: ¿es posible vivir sin máscaras?, ¿es el cuerpo un territorio que está poblado de ellas?, ¿hay una máscara grupal?

Todos sabemos que existe también una “palabra máscara”, una palabra vacía que más que a desvelar, está destinada a velar la verdad o a esquivarla. Con un aporte fresco y humorísticoAlberto Colomernos lleva a la cuestión de cómo, a través del psicodrama ha podido comprender ciertos conceptos psicoanalíticos. Uno de los míos es, en cierta manera una demanda, un llamamiento donde se invita a los sesudos psicoanalistas a que dejen el discurso endogámico para ofrecer al mundo una versión más accesible y menos contradictoria donde los ejemplos sustituyan a los giros onanistas de la palabra. “Los psicoanalistas no escriben, sueñan. Si el sueño tiene que ver con la realización de un deseo insatisfecho,… los psicoanalistas tienen multitud de deseos insatisfechos que se empeñan en sublimar una y otra vez a través de sus escritos”.

Como el sueño, el inconsciente no tiene tiempo. Está suspendido y se pliega. Ana Guardiola nos regala una reflexión sobre el tiempo en el psicodrama, donde experiencias pasadas y presentes se entrecruzan en el vértice del afecto. Nos habla de cómo en la sesión psicodramática, el tiempo corre de otra manera y el encuadre grupal precipita los momentos para ver, comprender y resolver, adquiriendo otro ritmo. Un ritmo lógico, que no cronológico.

Y sin embargo, aunque sea relativo, el tiempo no deja de pasar… y lo ausente crea el recuerdo…recuerdos…

Carta para Aliou es uno de esos que te hacen sentir bien. Es un guiño que viene a recordarnos cómo la intervención social puede realizarse desde enfoques creativos y flexibles, cómo a partir de un elemento común puede crearse una matriz grupal que sirva a los sujetos para elaborar sus propias experiencias. Paqui Alcaraz escribe a Aliou y en sus letras revive por un momento las huellas de una experiencia compartida que quedó en el corazón de todos. Una experiencia de integración en la que jóvenes inmigrantes pudieron hacer un alto en su camino para poder despedirse de aquello que dejaban atrás. La carta es en realidad la muestra de un viaje, algunas veces de ida y vuelta, pero como todos sabemos, tras los viajes, uno nunca vuelve de la misma manera ni al mismo lugar.  

También Elisa Buendía nos habla de su experiencia grupal y nos cuenta cómo la palabra puede realizar aperturas allí donde el fármaco coagula y anula al síntoma. “La palabra como medicina” nos cuenta la experiencia con un grupo de mujeres híper-frecuentadoras de servicios de salud mental donde pudo comprobarse cómo la palabra tiene un efecto sobre el sujeto. Pero como ella misma señala, “para poder hablar, tiene que haber otro que escuche”. Felicito a Elisa por el atrevimiento a plantear un discurso alternativo, por la motivación necesaria para llevarlo a cabo y el deseo de sentarse a escuchar. La animo desde aquí a seguir creando espacios donde personas se puedan encontrar con personas, espacios donde la palabra y la escucha sirvan para tejer lazos entre personas. Porque el vínculo es lo curativo (“Never walk alone”).

Y hablando de escucha… Teresa Hermida nos hace una lectura entre líneas del discurso de poeta Caballero Roldán, desdoblando el sentido de las palabras y acercándolas a su experiencia con el psicodrama freudiano. Lo que ella escribe como fruto de una fantasía es un ejemplo de cómo la escucha puede llevarnos a sentidos diversos. “La palabra es un antídoto contra los desahucios de la razónEn cualquier caso, una hermosa fantasía que abre la sección de ecos.

En psicodrama, los ecos suceden a la representación. Se trata del momento en que el efecto resonante se propaga y los inconscientes vibran dejando a su paso nuevos significantes.

También se produce eco cuando lo comprendido tiene el poder de ser exportado a otras situaciones cotidianas. Cuando lo vivido como cambio interno puede desplegarse externamente produciendo nuevos ordenes. Es precisamente eso lo que se pone en juego en el siguiente artículo.

La experiencia con grupos de humanos que nos regala Paqui García es el curso de dos ríos paralelos que se entrecruzan en la danza amorosa de la transformación. Un torrente que se despliega a partir de las preguntas generadas por el juego psicodramático; preguntas que vienen a evitar que la puerta se cierre de nuevo y suspenden a Paqui en la pista de las armonías tramposas: ¿Para qué me empeño en seguir aquí?  Ese giro en la mirada, hacia sí misma, le permite responder a la pregunta en torno a su deseo: el deseo de ocupar el lugar del coordinador. Y desde ahí comienza la aventura de ¿cómo ocupar ese lugar? Vivirlo bien implica un reencuentro con la falta. Hasta aquí puedo leer…

Alrededores es un espacio que abre Cesar Cerón al hablar de la fotografía como herramienta terapéutica. Como él mismo dice, Una fotografía es una evidencia de que algo existió. Un instante en suspenso… un mensaje del inconsciente”. La fotografía hace visibles aquellos aspectos que los sujetos no podemos ver de ordinario. Aunque en realidad se trate de un objeto mudo, cuando observamos una imagen, le asignamos un significado subjetivo por efecto de resonancia, completando la información que falta con la propia. En esa capacidad que la imagen ofrece como receptáculo de la subjetividad proyectada del sujeto es donde la fototerapia se edifica como un medio de comunicación, expresión y reflexión que conecta bidireccionalmente lo interno y lo externo del sujeto.  

No quiero dejar de mencionar que gracias a Pilar Vivo, Edgar Mendoza y Mikel Muñoz Gotxon, nuestra revista cobra vida en imágenes. Y lo hace de una manera bella, con ese sello que tienen los grandes artistas para captar la esencia de las cosas. Las obras que salpican las páginas de Speculum son un regalo para nosotros porque conocemos quienes las construyeron, porque sabemos qué valor tienen. Es por eso que desde aquí, animamos a nuestros lectores a acercarse a éstos autores para descubrir sus creaciones. Edgar, Pilar, Mikel… esperamos seguir contando con vuestrascolaboraciones durante mucho tiempo. Muchas gracias.

Como siempre, cerramos el número con reseñas de interesantes libros, con un recordatorio de los eventos futuros relacionados con el psicodrama y los grupos, y con un índice temático que nos servirá para movernos con más soltura dentro de la obra.

Querido lector, sin otro particular que abrirte las puertas de éste nuevo número de Speculum, sólo me queda desearte una grata lectura: ¡Bon appétit!

Carlos García Requena.

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